Por: Natalia, refugiada y líder de tienda OXXO en México.
Por razones muy fuertes un día me vi obligada a salir de mi país y la única casa que conocía. Si hubiera estado en mis manos, yo jamás hubiera elegido dejar a mis hijos al cuidado de mi madre, despedirme de una profesión que amo, de mis amistades, familia y de todo lo que había construido, pero el destino tenía otros planes para mí: tuve que dejar atrás una parte de mi corazón, y reunir el valor para comenzar de nuevo.
Hace ya casi tres años, mi esposo y yo llegamos a México buscando refugio. Afortunadamente la llegada no fue tan difícil: entramos por la frontera de Chiapas con una visa humanitaria que nos fue otorgada, y subimos hasta la Ciudad de México. Ahí, en la capital, pasamos seis meses trabajando hasta que conocimos lo que era ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, y a través de ella logramos movernos a Monterrey, ciudad que hoy considero mi segundo hogar.
Yo nací en un país de Centroamérica. Soy una mujer como cualquier otra, con sueños e inquietudes. Siempre he sido muy activa y alegre, me gusta bailar, leer, salir a pasear, pero también disfruto trabajar, prepararme y ayudar a los demás. En mi país yo era docente, daba clases de primaria.
Cuando llegamos a Monterrey dispuestos a rehacer nuestras vidas, comenzamos a buscar trabajo. Me hubiera encantado continuar con mi profesión, pero lamentablemente, para personas en una posición como la nuestra, las oportunidades laborales son más reducidas que para el promedio.
Fue entonces que nos cruzamos con FEMSA.
Gracias a ACNUR tuvimos la oportunidad de estar presentes en unas charlas y entrevistas que hizo OXXO. Me gustó mucho todo lo que ahí vi y escuché, así que de inmediato apliqué para la posición.
Yo entré primero y mi esposo se unió después. Desde el principio me encantó la tienda, disfrutaba el trabajo y compañerismo que se vivía; me gustaba tanto estar ahí que en esa época pasaba más tiempo en la tienda que en casa.
Conforme iba conociendo cómo era la empresa, mi mentalidad fue otra porque pensé: Aquí voy a crecer… ¡aquí tengo que crecer!
Con apenas 2 meses, me dieron la oportunidad de ser encargada y acepté la responsabilidad. Rápidamente descubrí que en OXXO tenía la oportunidad de seguirme desarrollando, pero también que depende de cada uno el poder lograrlo. Si una persona tiene el deseo de superarse, aquí siempre lo van a apoyar. El mejor ejemplo soy yo, que siendo extranjera entré como empleada de piso y hoy estoy como líder de tienda.
Siempre he pensado que yo nací para ser maestra, y quizá es por eso que hoy no pierdo la oportunidad de enseñarles cosas nuevas a mi equipo, así como si fueran mis alumnos.
Relaciono muchas veces el trabajo que tenía allá con lo que hago hoy aquí en la empresa; mi experiencia me ayuda a entender mejor a mis compañeros, identificar sus áreas de oportunidad y también sus virtudes, lo que me permite motivarlos a que vengan con gusto a trabajar y a crecer. Como yo les digo: “La tienda no es mía, es de todos”.
Mi plan es quedarme aquí, pero no sólo de líder, quiero subir más. Yo sé que puedo crecer hasta donde yo quiera. Quiero seguir estudiando, ya terminé la primaria acá y ahora voy por la preparatoria. Aunque en mi país soy docente aquí no pude validar mis estudios, pero a mí me gusta estudiar. Quiero saber más sobre la historia de México, aprender cómo es el mexicano, qué come, cómo se relaciona y realmente integrarme a la cultura mexicana.
He atravesado momentos muy difíciles, extraño muchas cosas de mi vida pasada, como aquellos días de Carnaval, cuando vestidos de mil colores, plumas y collares salíamos a la calle a bailar y reír en familia; extraño mucho mi trabajo y estar rodeada de niños porque me encantan y estoy convencida de que ellos son quienes pueden cambiar el futuro. Nuestro futuro.
Y más que a nada en el mundo, extraño a mis cuatro niños; pero quiero que ellos sepan que todos mis esfuerzos, mis logros, mis proyectos y las ganas de seguir adelante son gracias a sus buenos deseos y todo su amor. Los amo mis amores.
Hoy, en el Día Mundial de las personas refugiadas, puedo decir que agradezco el camino que me trajo hasta aquí, y la fortuna de haber llegado a México y conocer a su gente.
Agradezco a OXXO y FEMSA que, con su cultura y calidad humana, nos han brindado su confianza y los mismos derechos y oportunidades de crecimiento que le dan a todos sus colaboradores.
Gracias a mis jefes y líderes por impulsarme y permitirme llegar estar donde estoy hoy, y por ver en mí lo que tal vez en mi país no vieron.
Gracias a los mexicanos, esos clientes que con su amabilidad y respeto hacen mis días felices, y a mis compañeros que hoy puedo llamar amigos. Gracias por abrirnos las puertas de su país y de su corazón, tratarnos como hermanos y permitirnos crecer y volver a nacer.
Su apoyo es nuestro mejor refugio.