Por: Fabiola Valdés Alanís, Gerente Change Management en Xpertal.
Y ahí estábamos sentaditos, mi esposo Fernando y yo, tomados de las manos como siempre lo hemos hecho desde que nos conocimos hace ya casi 30 años:
“La biopsia dio positivo: la bolita es cancerígena. La buena noticia es que está en etapa inicial, es muy chiquita, es milimétrica”, decía el cirujano oncólogo, mientras mi esposo apretaba suavemente mi mano.
Recuerdo voltear a verlo mientras pensaba “no me voy a quebrar”. Y con esas palabras en mi mente, comenzaba mi batalla contra el cáncer de mama.
Sin saberlo, la vida me había preparado para ese momento. Tengo 18 años dedicándome a la Gestión del Cambio (Change Management). Llegué a FEMSA en el 2007, trabajando en diferentes proyectos en Cervecería Cuauhtémoc Moctezuma, continuando después ya como Heineken México, para más tarde unirme a Solistica y posteriormente a Xpertal, Unidad de Servicio de FEMSA que genera soluciones para la transformación, ejecución y gestión de procesos. Soy una apasionada de lo que hago y le meto mucho corazón, porque mi trabajo me da la oportunidad de conectar con personas, acompañarlas y ayudarlas a enfrentar, asimilar y aceptar los cambios que se les presentan.
Me encanta servir a los demás. Yo siempre digo que, si no me hubiera casado, quizá hubiera sido misionera o psicóloga, incluso hace poco impartí un webinar sobre resiliencia y hasta comencé una certificación de coaching tanatológico. Pero he aprendido algo muy importante a través de los años, y es que, para poder ayudar a los demás, primero yo tengo que estar bien. Y aquel 1 de abril del 2022, el diagnóstico del médico indicaba que yo no estaba bien.
Todo comenzó durante el chequeo médico anual que nos brinda la empresa en la Clínica Cuauhtémoc y FAMOSA. Unos meses atrás había detectado una bolita en mi pecho izquierdo, la cual resultó ser sólo una fibrosis. Tras la mamografía de rutina todo se veía limpio, sin embargo, al conocer mi antecedente, el médico solicitó hacer también una ecografía, gracias a la cual logró detectar la presencia de una manchita ubicada justo al lado de la fibrosis. Para estar seguros de qué se trataba, me programaron para una biopsia.
Al diagnóstico positivo de la biopsia le siguieron una serie de estudios, los cuales afortunadamente arrojaron que el cáncer estaba muy localizado y no se había expandido, pero requería una cirugía llamada cuadrantectomía para extraerlo lo antes posible. Fue hasta ese momento que les di la noticia a mis hijos, Fátima de 20 y Fernando de 23.
Si me preguntaran, ¿cuál fue el momento más difícil de todo esto?, sin duda fue ese. Porque a pesar de que son dos adultos, son mi tesoro más grande, y el simple hecho de ver sus caritas y ocasionarles esa tristeza, es de las cosas que nunca quisiera hacer una madre.
Con la cirugía, llegaron los resultados de patología, los cuales cambiaron completamente el panorama. El oncólogo me indicó un tratamiento de quimioterapias por 6 meses, seguidas de 30 radiaciones por 6 semanas más.
Necesitaba enfocarme en salir adelante, así que hice mi propia estrategia de cambio y tomé mi primera decisión: confiar. Decidí dejarme guiar por los expertos y obtener toda la información posible para enfrentar la realidad. Pero lo más importante, decidí estar en paz.
También decidí poner en práctica una analogía que uso en proyectos: la analogía de la hoja blanca. Una hoja blanca puede tener puntos negros, pero, uno decide qué ver primero, los puntos negros o la hoja blanca. Yo decidí ver la hoja blanca, es decir, todo lo que sí tengo: una detección a tiempo, un servicio médico sin costo y de calidad altamente reconocida, tengo una empresa que me apoya, desde mis líderes hasta mis clientes, y un esposo y una familia incondicionales.
Me preparé espiritual, física y mentalmente. A mis quimios asistía vestida de colores brillantes para alegrarme a mí misma, me dediqué a descansar, pintar, escuchar música y regresé a mi espiritualidad. En uno de sus modelos, John Kotter, especialista en Change Management, dice que, ante un cambio, lo primero que hay que tener es una coalición poderosa. Y yo formé una red de apoyo tan poderosa, que estoy segura de que fue mi salvavidas. Quizá por ello, mi cuerpo aceptó muy bien las quimios, es decir, no me afectó el estómago, no tenía náuseas, sólo jugué a la Bella Durmiente por muchos meses.
En FEMSA me incapacitaron por un año, y eso me dio la paz que necesitaba para enfocarme en mi recuperación. Hay una frase que dice “quien te da paz, te lo da todo”, y aunque normalmente la usamos refiriéndonos a personas, cuando esa paz te la da la compañía en la que trabajas, es una bendición.
Yo soy muy FEMSA. Compartimos el mismo propósito de generar valor a quienes nos necesitan; además, al conocer el Ideario Cuauhtémoc, su cultura y las bases que sentó Don Eugenio Garza Sada, supe que empataban al 100% con mi filosofía de vida.
Hoy, finalmente estoy libre de cáncer y feliz de regresar a FEMSA. Hoy mi corazón se desborda de alegría y agradecimiento por la detección temprana y el apoyo recibido. Hoy regreso con una conciencia evolucionada, una espiritualidad renovada y una vida llena de paz, de mucho amor y, sobre todo, de amistades fortalecidas.
Sin duda hay una Fabiola antes y una Fabiola después del cáncer. La de hoy, cambió el cristal de los ojos con el que veía la vida, disfruta de los pequeños detalles o de una buena conversación; es menos aprensiva, fluye más y se preocupa menos, pero, sobre todo, trata de honrar el momento en el que se encuentra.
A veces pienso que todo esto fue sólo un alto en mi camino que me hizo regresar a mí. A elegirme, quererme y cuidarme.
Me hizo abrazar mi propio cambio, abrazarme a mí.
Siempre a mí.