Por: Claudia Sterling Posada, Gerente Legal y de Asuntos Corporativos de Farmacias Cruz Verde
Recuerdo muy bien a un jefe que me decía: “Claudita, dedíquese a hacer las cosas bien y con amor, y la plata, la fama, todo lo demás viene por añadidura. Usted ame lo que hace y hágalo bien, y verá que todo va llegando”.
En ese entonces, yo tenía 23 años, era mi primer trabajo y no tenía idea de lo cierto que resultaría ese consejo, menos aún, lo lejos que me llevaría.
Soy bogotana, abogada y literata. En Colombia eché raíces, tanto en lo personal como en lo profesional. Mi familia es mi pilar, tanto mis padres y mis hermanos, como mi esposo, un hombre maravilloso, arqueólogo de profesión, y los dos grandes seres humanos que tengo el orgullo de llamar hijos.
Estudié derecho, y desde la universidad me llamó mucho la atención todo lo relacionado con el derecho a la salud o el derecho sanitario, porque mi meta nunca fue irme a una oficina a ganar plata, yo tenía que hacer algo por la gente.
En aquel tiempo, aquí en Colombia no existían opciones para especializarse en esas materias, pero la vida me llevó a ejercer el Derecho médico, primero en una aseguradora de salud por 18 años, y desde hace 9 años, en Farmacias Cruz Verde.
Aquí llegué como responsable del área legal de la compañía, que en ese momento no tenía más de 1,200 empleados y contaba apenas con 110 droguerías (farmacias). Nada comparado con hoy en día, que nuestra fuerza de trabajo suma más de 7000 personas, y estamos presentes en 57 ciudades con 700 droguerías y 23 Centros Médicos de aplicación de medicamentos.
Cruz Verde ha crecido, y yo de su mano. Pero no sólo yo, sino todos los que me rodean. Nada de lo que he hecho ha sido sola; siempre he tratado de rodearme del mejor talento posible, de personas diversas y únicas que me complementan y a quienes considero hasta mejores que yo; porque siempre he pensado que uno necesita estar cerca de personas de las cuales se pueda aprender. Mi equipo es mi soporte y todos mis logros son también suyos.
En el 2015 pasamos a formar parte de FEMSA, y en el 2017 asumí todas las funciones de Comunicaciones y Asuntos Regulatorios, un reto que me llevó a especializarme en temas que eran un tanto ajenos para mí y abrir brecha en un sector tradicionalmente masculino.
Hasta hace poco tiempo, en Colombia había muy pocas mujeres trabajando en temas de Derecho a la Salud y muy pocas mujeres directivas de empresas de esta industria; he participado en muchas juntas directivas, consejos, reuniones, foros, donde la mayoría de las personas son hombres y lidiar eso no ha sido fácil.
El tema de la diversidad y la inclusión me apasiona, por temas personales y profesionales también; hace un par de años tuve el honor de recibir un reconocimiento por mi trabajo en pro de la defensa de la mujer y de la diversidad en el ámbito legal, y cosa curiosa, me sorprendió tanto que pensé que había sido un error. Esa es la prueba de cómo las mujeres nos enfrentamos a inseguridades causadas por el mismo sistema.
Sin embargo, la única manera de creérnosla es enfrentándolas y trabajar para que el mundo vea de lo que somos capaces. Hace apenas unos meses fui nombrada miembro principal de la FENALCO, que es la Junta Directiva de la Federación Nacional de Comerciantes de mi país, convirtiéndome en la primera mujer del sector salud colombiano en conseguirlo.
Estoy consciente que roles como estos son un desafío, pero también una gran oportunidad para continuar abriendo camino, no sólo para las mujeres sino para todo el sector salud.
Es una manera de demostrar hasta donde podemos llegar cuando tenemos bien llenito el corazón; porque si una cosa he aprendido en mi camino, es la importancia de alimentar todo aquello que nos hace vibrar.
En mi caso, hay una esencia humanista que siempre había sido un bálsamo en mi vida, y esta es la literatura. Hace unos años, ya trabajando en Cruz Verde, tuve la oportunidad de hacer un máster en Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Barcelona; hoy soy columnista de dos importantes portales digitales en Latinoamérica, lo cual complementa mi vida, mi propósito y le agrega un sentido muy especial a mis días.
Porque en este mundo en el que vivimos tan de prisa, conocerse a uno mismo es fundamental. Yo no creía en la depresión, hasta hace un par de años que llegó la pandemia y la viví en carne propia. No sabía lo que era o cómo atacarla. Eso me hizo darme cuenta de la importancia de hablar del tema, de hacerlo en casa y en la oficina; esto ya no puede seguir siendo un tabú para las personas. Hay días en que no todo está perfecto, y está bien que no lo esté, porque somos humanos y todos pasamos por lo mismo.
Yo tengo grandes sueños, y no grandes del tipo de tener un jet o ser la presidenta de Colombia.
Yo sueño con que mi mundo interior sea y se enriquezca día a día.
Sueño con algún día tener mi propia librería, en donde pueda ser feliz atendiéndola y cultivando mi espíritu.
Sueño con llegar a los 90 años meditando, de la mano de mi familia y con un buen equilibrio de vida.
Y recordando aquello que me dijeron hace años… sueño con seguir haciendo lo que amo, y haciéndolo muy bien.